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Mostrando las entradas de septiembre, 2019

LOS/AS NIÑOS/AS NO SOLDADOS

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Esta imagen pertenece a mi trabajo de los niños que son explotados en minas de coltán en República Democrática del Congo. "…Quise ser niño pero no me dejaron. Nací para matar o morir. Ese era mi destino.  Era un día frío. Cómo buen travieso me negaba dormirme. En el cuarto de mis padres sólo se oían discusiones muy tenues sobre temas que no entendía.  Un día de junio de mis nueve años comencé mi adultez. Se escucharon golpes estruendosos. Veo a unos hombres rompiendo la puerta de mi casa. No entendía nada.  Mi primer imagen fue ver como arrastraban a mi mamá de los pelos, golpeándola, tirándola sobre la mesa, arrancándole su vestido, siendo violada. La tomaron entre tres rebeldes, se bajaron los pantalones y la violaron incansablemente. Ella trataba de defenderse y gritaba que se detuvieran, pero ya no era ella. El tiempo estaba paralizado, esos hombres constantemente riéndose trataban a mi mamá como cosa. Le rasguñaban la cara y senos. Yo es

“…ME COMPRÉ UN PERFUME DE TRES MIL PESOS PARA QUE ESTOS INDIOS ME LLENEN DE OLOR A HUMO..."

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Lourdes sentada en el acampe La semana pasada fui a cubrir el acampe que se efectuó en el Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat para requerir que se declare la emergencia alimentaria. Decidí hacer retratos que exhibieran a quienes solicitaban dicha ley. Había todo tipo de gente con amigos, vecinos, niños.  Comían en fraternidad de ollas populares debajo de refugios provisorios que se hacían con telas y sábanas para protegerse de los catorce grados y alguna gota de lluvia que cayó. Se observaban los humitos de los fogones, juegos de cartas, fútbol y una sensación general de calma aunque se encontraban acampando en el medio de una avenida principal de la Ciudad de Buenos Aires, frente a un edificio público (lamentablemente la policía reprimió, lastimando a varios manifestantes y rompiéndole la cámara a un estudiante de fotoperiodismo) Era incomodo pero permanecían incólumes y convencidos a sacrificarse. Conversaba con ellos, oía sus motivos y anécdotas. Olía y veía es

BETTY, mi vecina. El principio.

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   Betty, mi vecina. Foto: Paula Acunzo     Varios días reflexioné sobre cómo iniciar esta cuestión.  Me parece innecesario escribir "Hola, mi nombre es Nikita, es la primera vez que vengo a este boliche, soy de escorpio..." cómo cuál adolescente chamuyaba para sacarte a bailar un lento. Además no fui la chica más popular. Mientras mis compañeras hablaban de besos yo creaba obras de teatro que recreaba con mis ositos de peluche (que aún poseo).                También es bastante pretencioso describir los motivos por los cuáles deseo encontrarme por aquí. Quizás por cuestiones catárticas, para escapar de la imparcialidad que debería mantener en mi labor (porque en mi profesión creo fervientemente que uno debe informar más allá de reflexiones y análisis personales) o porque simplemente mi alrededor se hartó de escuchar mis peripecias y quiero compartirlas con un éter que tiene la libertad de comentar lo que crea pertinente. LO QUE SI ES SEGURO es que no quiero de ningun