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Mostrando las entradas de 2019

SER UN ANIMAL DE CARROÑA, SER BOLIVIANO/A

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Personal Policial revisándole pertenencias a un Boliviano en el ingreso del Cementerio del Bajo Flores. Durante los años en los que viví en mi casa familiar, pasé por el cementerio del Bajo Flores cotidianamente. Miraba con temor y dolor a aquéllas personas que día tras día, se quedaban un buen rato, limpiaban las tumbas, llevaban flores que compraban en la puerta, iban con banquitos, lloraban o permanecían en silencio, iban con mascotas que acompañaban a muchos/as de los que se encontraban en duelo. Quizás en mi ingenuidad siempre lo consideré un rito brutal y desgarrador por el cuál deseaba jamás atravesar o pensaba que debía atravesar. Pero el 13 de abril del 2015, falleció inesperadamente mi mamá. Fue enterrada en el Cementerio de Bajo Flores. Una parte mía comprendió la crueldad de quiénes en mi adolescencia había visto diariamente en el cementerio, cuando era yo quién iba mensualmente a realizar esas actividades. Tenía y tengo la necesidad de saber que algo de ella qued

LOS/AS NIÑOS/AS NO SOLDADOS

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Esta imagen pertenece a mi trabajo de los niños que son explotados en minas de coltán en República Democrática del Congo. "…Quise ser niño pero no me dejaron. Nací para matar o morir. Ese era mi destino.  Era un día frío. Cómo buen travieso me negaba dormirme. En el cuarto de mis padres sólo se oían discusiones muy tenues sobre temas que no entendía.  Un día de junio de mis nueve años comencé mi adultez. Se escucharon golpes estruendosos. Veo a unos hombres rompiendo la puerta de mi casa. No entendía nada.  Mi primer imagen fue ver como arrastraban a mi mamá de los pelos, golpeándola, tirándola sobre la mesa, arrancándole su vestido, siendo violada. La tomaron entre tres rebeldes, se bajaron los pantalones y la violaron incansablemente. Ella trataba de defenderse y gritaba que se detuvieran, pero ya no era ella. El tiempo estaba paralizado, esos hombres constantemente riéndose trataban a mi mamá como cosa. Le rasguñaban la cara y senos. Yo es

“…ME COMPRÉ UN PERFUME DE TRES MIL PESOS PARA QUE ESTOS INDIOS ME LLENEN DE OLOR A HUMO..."

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Lourdes sentada en el acampe La semana pasada fui a cubrir el acampe que se efectuó en el Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat para requerir que se declare la emergencia alimentaria. Decidí hacer retratos que exhibieran a quienes solicitaban dicha ley. Había todo tipo de gente con amigos, vecinos, niños.  Comían en fraternidad de ollas populares debajo de refugios provisorios que se hacían con telas y sábanas para protegerse de los catorce grados y alguna gota de lluvia que cayó. Se observaban los humitos de los fogones, juegos de cartas, fútbol y una sensación general de calma aunque se encontraban acampando en el medio de una avenida principal de la Ciudad de Buenos Aires, frente a un edificio público (lamentablemente la policía reprimió, lastimando a varios manifestantes y rompiéndole la cámara a un estudiante de fotoperiodismo) Era incomodo pero permanecían incólumes y convencidos a sacrificarse. Conversaba con ellos, oía sus motivos y anécdotas. Olía y veía es